Los dos evangelios que nos cuentan el nacimiento de Jesús coinciden en que Jesús de Nazaret nació en Belén; pero no dicen nada de la fecha. Dicen que nació en un establo, en una cueva. Cuentan las dificultades que tuvieron que pasar sus padres en el momento de nacer.
A lo largo de los años, hemos adornado tanto el nacimiento de Jesús, que la Navidad parece otra cosa distinta. Para muchas personas la Navidad tiene poco que ver con el nacimiento de Jesús. El Niño Dios no nace en el Corte Inglés, ni en las calles exageradamente iluminadas y engalanadas. Si uno es creyente, tiene que plantearse esto muy seriamente.
Vamos a poner dos ejemplos del cambio que ha sufrido la Navidad.
1º - Nuestros nacimientos, tienen unos personajes vestidos de pastor. En tiempos de Jesús, los pastores eran gente con fama de ladrones. Hoy el relato del nacimiento podría ser así: "Había unos okupas y drogatas en aquella misma comarca que pasaban la noche medio al raso, en un antiguo edificio medio caído. Un mensajero del Señor se presentó ante ellos. Se asustaron creyendo que eran los focos de la policía. Pero el mensajero de Dios les dijo: no tengáis miedo, vengo a traeros una buena noticia: en esta misma ciudad ha nacido una esperanza Divina para vosotros y para todos". Y quizás un día, dentro de doscientos años, alguna mamá le cuenta esta historia a su niño, y el pequeño le pregunta: mamá, ¿por qué no fue el mensajero del Señor a las otras gentes de la ciudad? Y la mamá le contestará: Hijo, es que andaban muy atareados comprando.
2º - También solemos poner los magos (reyes). En tiempos de Jesús los que hacían magia eran considerados malhechores y se les castigaba con la pena de muerte. Imaginemos cómo podría ser hoy el relato: "He aquí que unos adivinos y videntes llegados del mundo musulmán entraron en la capital de la cristiandad diciendo: Se nos ha manifestado allá lejos, la luz de Dios y venimos buscándola. Les quisieron tender una trampa pidiéndoles que cuando la encontraran fueran a comunicarlo a las autoridades. Al salir de allí encontraron una pobre mujer que acababa de parir en medio de un camino. Y ellos le dieron todo lo que llevaban para comer". Y otra vez, cuando dentro de dos siglos, una mamá cuente esta historia a su niño, puede ser que el pequeño le pregunte: Mamá, ¿y por qué no vieron la estrella los habitantes de la capital? Y la mamá le contestará: porque la iluminación de sus calles se lo impedía, hijo.
Es cierto que la Navidad es una buena noticia y significa alegría. Pero hay dos tipos de alegría: la de poseer y consumir; esta necesita que la alimenten constantemente por que se apaga enseguida. Hay otra alegría que empieza por los de más abajo; porque sólo así puede llegar a todos. Esta es la señal: encontraréis un niño... alguien débil, indefenso, pobre... esa es la señal de Dios con nosotros. No pretendo decir cuál de estas dos alternativas es la mejor Navidad. Lo que sí puedo asegurar es cuál de estas dos alternativas es la auténticamente cristiana.
Muy buena entrada. Por supuesto que me quedo con la alegría que empieza por los de más abajo; por la señal del Niño indefenso y en pañales. Esa creo que es la verdadera Navidad frente a las luces, la hipocresía y el consumismo.
ResponderEliminarSólo un matiz. La comparación con los adivinos que vienen del mundo musulman no creo que sea del todo acertada. Cuan Jesús nace aún faltaban más de 500 años para que surgiese el Islam y siempre se ha dicho que los magos de oriente representan a todas las razas y culturas del mundo (blanco, asiático y negro).
Por otro lado, leyendo esta entrada me ha venido a la memoria aquél cartel de nuestra juventud que decía "Se Busca, Jesús el Nazareno, galileo, 33 años, tez morena, barba y cabellos al estilo hippy, cicatrices en las manos y los pies. Se acompaña de leprosos, mendigos, perseguidos y una banda de 12 incondicionales. Escandaliza a las masas con frases tan revolucionarias como ´amaos los unos a los otros´ y ´perdona a tus enemigos´. Si lo encuentras... sigue sus pasos. Recompensa: La Eternidad".
Gracias Pedro por tu comentario. Solo indicar que el texto es de un teólogo y está transcrito literalmente.
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